La noche fue cerrando sus ojos muy despacito. Los sonidos de la calle dejaron de sonar. Su respiración era una melodía para invitar a sus sueños a acercarse con sus pasos de terciopelo, como los de vudú, que se había escapado de su caja y sigilosamente se había colado a su lado. En minutos ambos estaban profundamente dormidos. Aldo sintió cosquillas en sus labios y en su nariz, abrió los ojos y vudú le restregaba sus orejitas en su rostro. –traviesa, por que me despiertas?—por que quiero que vengas conmigo—dijo vudú, con una voz infantil y suave. Aldo sonrió no esperaba que su gata le hablara—que te acompañe a donde?—sígueme—vudú dio un brinco y bajo de la cama con elegancia—vamos a tocar los rayos de la luz de la luna, ven!!—aldo se deslizo del brazo de su mama que dormía a un costado. Ory no se despertó. Aldo y vudú se acercaron al rayo de luna y salieron disparados hacia afuera. Los dos iban volando, podían ver las azotea de su casa y la de sus amigos—te gusta volar—dijo vudú con su pelito que le ondulaba—si me encanta!!—y aldo se elevo aun mas. Se dirigieron al mar. Y cruzaron el mar por el aire. Y se dirigieron a una lucecita que brillaba a lo lejos. Pronto vieron que se trataba de un gran crucero enorme y elegante, descendieron a cubierta, había un gran baile, comieron pastel y gelatina con rompope, hasta que se hartaron después les costo trabajo volverse a elevar por que ya iban muy barrigones. La orilla de la playa lucia magnifica a lo lejos un collar de luces parpadeantes. Volaron hacia la playa. Pero en el camino algo brillaba en el mar. Al acercarse un espectáculo increíble para sus ojos. Varios cientos de medusas, formaban un tapete inmenso de luz morada que brillaba muy hermoso como l

Por siempre jamas.

Te voy a contar una historia, que se queda atrapada en las conchitas blancas de mi atrapa sueños, colgado en el porche, delante de mi.

Recargado en la puerta, observo a la distancia, el lugar donde vives, con ese pequeño mar, que es tan angosto, que parece un puño de agua acunado en tus manos de arena.

El sol parece una naranja, entre nubes amarillas. La brisa se pasea majestuosa por tu melena dorada. Tu vestido bordado de manta, y una corona de flores que perfuma tu rostro; reafirman tu carnal esencia de gaviota echa mujer. Tu mirada sonriente, iluminada. Tu boca cincelada y certera; ahora pareciera tímida y forastera.

Te acercas a mi; que te espero donde el mar da el último sorbo a la playa.

En el horizonte el sol esta a punto de besar el océano, el abanico de luz que se esparce, es magia que transforma la belleza circundante, en una imagen inolvidable, de un álbum que guarda instantáneas, en los confines del tiempo.

Tomo tus manos entre las mías, oh! Dios eres tan hermosa…

El juez se aclara la garganta. Tus hijos y los mios están más interesados en los barcos que se mecen a la distancia.

El puñado de invitados, nos sonríen desde sus sillas blancas.

Por fin las palabras que nos prometen eternos, tu mano tiembla al colocar mi alianza de zafiro en tu dedo. Tu haces los mismo conmigo y sin más me besas, delante de todos; desafiando al viento, sabemos que después de tanto, nos pertenecemos de vidas atrás y ahora por fin estamos juntos para morir amándonos, y amarnos hasta los huesos.

El sol ha inseminado el mar, las primeras estrellas salpican el cielo, los invitados aplauden y nos cobijan en un abrazo, tu no dejas de sonreír, al tomarte entre mis brazos y caminar hacia el mar para sumergirnos y el espíritu bendiga lo mucho que te amo.

Osorio.

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Columnas.

Yo quiero morir enredado entre tus piernas, cada noche de luna llena, cuando tu alma entra en celo, y con un aullido me llama, la noche de nueve años de siete veces. Quiero morir caminando escaleras de piedra y recuerdos escondidos, en la cima de tus senos resbalando por mi cuerpo. Tus piernas son la mecha que incendia mis pensamientos hasta el amanecer lamiendo tus huesos,

Quiero morir en la escarpada piel de tu infierno, que succiona mi vida toda,  que calcina mi sed en un instante , las hojas del verano se pegan a tu falda, que tejes con retazos que crujen bajo las desnudas arboledas.

Tus piernas de marfil son un puente entre la redención y el paraíso.

Osorio.

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Hypnos.

Por fin había llegado a la carretera. Corrí por puro instinto por el desierto, descalzo, sediento, aterrado.

No se bien que día es hoy, el sol atrás de mi, me dice que son cerca de las siete de la mañana. Me duelen los huesos, los ojos, el alma.

Parecé tan lejana la tarde que deje a Ursula en el aeropuerto, que la imagen de su sonrisa se confunde, con las migajas de mis recuerdos. Mi raciocinio, mi cordura, mi fe, mi amor, mi vida, era un vitral que se le escapa de las manos a un infantil destino. Y ahora, estaba echo añicos en el piso.

Una cubetada de agua helada me despertó. Estaba atado a una silla de pies y manos, con los ojos vendados. Una voz áspera, con acento norteño, me pidió que no me alterará. Que debía hablar con Ursula y pedirle que trajera integró el portafolio, que recogería en España.

Yo…les puedo dar dinero ahora mismo…puedo transferir lo que me pidan a una cuenta…

¡Callate imbécil no me estas escuchando!

Un golpe seco me partió los labios.

¡Quiero el portafolio!

Tenemos un itinerario, se supone que ese portafolio debe llegar al Vaticano. Tenemos los filtros para que así se haga.

Pues yo tengo los míos para que llegue aquí, donde estas tú sentadito. Otro golpe me avivó el flujo de sangre que manaba por mi boca.

Pusieron mi celular en mi oído, la fotografía de Ursula en la pantalla táctil se llenaba con mi sangre.

¿Bueno? amor, ¿Ya tienes el paquete? Necesitó que regreses con él a México. Las cosas salieron mal. Unos señores lo quieren. Te van a decir lo que tienes que hacer…

Ya escuchó a su prometido, si quiere volver a verlo…

No dijo nada más, parecía que le hubiesen arrancado las cuerdas vocales. Sacó su arma y disparo toda la carga. Se oyeron cuerpos desvaneciéndose como fardos secos, finalmente un ultimo disparo y el teléfono calló al suelo. El silencio era pegajoso. Después de varias horas pude liberarme y ver la escena, seis personas muertas al rededor.

El cielo en la carretera era de un azul brillante, pero los días grises no aparecen en el calendario.

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No se. (Feliz Aniversario Amor)

Yo no se escribir poesía, ni hablar del perfume del papel, las ideas se atoran en mis ojos, mucho más en la tráquea de mis dedos, además me cuesta encontrar las letras; para las frases exactas. Porque para lo que yo siento, no creó se hayan inventado palabras, he visto ocasos con colores que nadie nombra, he visto luz naciendo de las sombras…no yo no se escribir poesía, porque confundo el amor con la melancolía, una canción triste a veces me provoca alegría, lo que imagino, llena mi soledad con luz de día…si tan sólo pudiese escribir con la misma facilidad que el cielo escribe la noche con estrellas, bastaría tan sólo con un punto brillante, para decir que te extraño, cada día…cada instante…sin tan sólo supiera expresarme, arrancarle a mis miedos la gangrena que sopla el castillo de naipes, podría entregarte mi corazón puro, sin cadenas, sin heridas, sin rastro del ayer…si tan sólo pudiera engarzar perlas de agua, colibrís al vuelo, una hogaza de pan, la chispa en tu mirada, entonces quizá tendría una idea Peregrina de escribir la obertura de mi sentir…sin tan sólo pudiera escribir poesía… bastaría con escribir tu nombre en la arena de la playa, de la barra vieja.

Osorio.

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Como una tuerca.

La lluvia cae y se quiebra en cientos de filamentos, que ya he visto antes. Largos cabellos que se van tiñendo de blanco. Hogueras que arden al ras mortecino de mi pecho. Filamentos incandescentes de luz ámbar, que sólo atisban el frío cósmico de la primer frase, que se estremece entre mi pluma y mis dedos. Mis manos dicen lo que mi boca no puede, mi silencio no se cansa de gritarme y escupirme el alma. Y me enroscó como una tuerca y cierro las ventanas, pero la lluvia no para y sigue quebrándose en bocanadas de hilos de humo.

Osorio.

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Hoja.

Yo soy una hoja que se desprende, en el último respirar del viento. Arriba, en lo más alto de la montaña solitaria. Todo un valle donde volar. Mi espalda roja como la ira de la gravedad. No necesitó alas para volar, ni brazos que me atrapen. No tengo tiempo, lo di todo desde que broté. Ahora todo es mío, lo poco que me queda antes de caer y la aurora muera. Los cerdos esperan verme descender y molerme entre sus morros de tempestad, pero nunca podrán alcanzarme aunque rasguen el cielo con su retórica marchita. Los campos de fresas tratan de seducirme con sus entrañas expuestas al sol de medio día, pero los insectos devoran en enjambres su aroma de Erotismos putrefactos. Más allá la paz embriagadora del desierto con su piel amarilla y eterna. Recuerdos encapsulados en granos de arena, elipses de ADN, de momentos que ni siquiera sabias que tenías dentro. Lágrimas secas que se vuelven heno quemado en la garganta, atragantándose con tus blasfemias favoritas. Se que no me extrañas que no me echas en falta. Azul profundo a cada uno de mis costados, he llegado donde no existe el arriba ni el adiós.

Osorio.

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Vimana.

De verdad esto es como ir flotando a la deriva, un día luego otro y otro, son como el largo e inutil tensor a la nave.   Porque esta tiene mucho que se quedó sin combustible y los sentimientos se quedaron sin aire y se fundieron con el frío del espacio. Es aterradora mente cómico tener el alma encapsulada con un tanque de reserva. La fantástica luz de la luna, la eclipso con el estupido dorso de mi mano, es cuando de verdad me siento sólo. Y mi voz lentamente se mimetiza con el fulgor distante de las estrellas. IMG_20150731_234027

Infinito.

Voy dando tumbos en el espacio, lentamente, deje atrás el sistema solar, llevó años girando, la oscura piel del frío se hace más espesa y pesada, el polvo estelar rasga mi traje con sus puntas de estrella, un meteoro se acerca a una velocidad infranqueable, estoy justo en medio de su camino, apenas logro pensarlo. Cierro los ojos. La colisión es inevitable. Una ráfaga de viento estelar me absorbe, un zumbido…

La tetera se agita en la hornilla, el agua hirviendo se vierte y se vaporiza, abro mis ojos y ahí estoy yo frente al espejo, el mismo imbécil que nunca sonríe. El que no ve T.V. El que vive en un rincón. Al que le arde la cadaverica piel de arroz.

Osorio.

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